¡HAY ALGO AZUL EN MI MERIENDA!

Los hongos, lo creamos o no, están por todas partes, no solo en el campo cuando es otoño. Probablemente en alguna ocasión en casa nos hemos encontrado algún cítrico con moho y aunque no os lo creáis ¡es un día de suerte! Aprovechad la oportunidad para lanzar el bombazo, ¡HE ENCONTRADO UN HONGO EN LA MERIENDA! (a veces hay que escandalizar para llamar la atención). Entonces entra en juego tu papel como experto o experta en la materia y puedes contarle a tus espectadores tus conocimientos sobre los cítricos y su moho.

Allá va:

¡Serendipia! Así es, un descubrimiento que tuvo lugar de manera accidental. Ni lo buscaba ni lo esperaba Alexander Fleming a principios del siglo XX, en un laboratorio de Londres. Fleming estaba trabajando con cultivos de bacterias, pero un día se marchó de vacaciones y dejó las placas con sus bacterias creciendo. Y claro, cuando alguien se va de vacaciones tampoco piensa mucho en lo que ha dejado en el laboratorio… así que disfrutó de esos días y cuando volvió no daba crédito de lo sucedido, sus placas tenían algo de color verde y azul, ¡era moho! Pobre Fleming, todo su trabajo se fue al garete. Pero Fleming se dio cuenta de que ese moho fue capaz de destruir las bacterias que él estaba haciendo crecer en sus placas y le resultó interesante.

Lo que Fleming no sabía es que no todo eran penas y lástimas por perder sus cultivos, sino que ese moho llevaría salvar la vida de muchísimas personas en el futuro. Poco tiempo después es cuando Fleming y colegas sacan el antibiótico que hoy conocemos como Penicilina, usado para tratar infecciones causadas por bacterias.

Y para acabar hay que darle emoción contando que la relación que tiene todo esto es que el  moho de las placas de Fleming es del género Penicillium, que es el del mismo género que el moho que sale en los cítricos de casa.

Así que Fleming que se hizo famoso, la Penicilina que nos puede salvar la vida y el moho de los cítricos que tenemos en casa ¡¡están relacionados!!